Legado
Luego
de años de investigaciones eclesiásticas, en 1972 el Papa Pablo VI
dictó el decreto de Heroicidad de Virtudes y declaró Venerable
a Ceferino Namuncurá, en reconocimiento a la radicalidad con que el
joven había practicado las virtudes teologales, cardinales y anexas
reconocidas por la Iglesia Católica. Ceferino vivió inspirado por
la santidad, y así lo revelan su perseverancia en la fidelidad a
Cristo en la prosperidad y en la adversidad, la constancia en el
cumplimiento de los propios deberes, su profunda piedad, la alegría
que lo animaba y que procuraba infundir a los demás, su pureza, el
compañerismo y disposición a la entrega al prójimo con diligencia,
y la notable fortaleza demostrada por él incluso ante la muerte.
Para
la aprobación del decreto de beatificación era necesaria la
constatación de un milagro documentado, sometido a examen riguroso
por parte de especialistas competentes (médicos, teólogos). En el
año 2000 –año de Jubileo Cristiano- el milagro se produjo: la
curación inmediata, total y permanente del cáncer de útero que
amenazaba la vida de una joven cordobesa, sin otra explicación
posible que la intercesión de Ceferino.
Se
ha cumplido el deseo que expresara Manuel Gálvez en El
santito de la toldería (1947):
“Magnífico sería para nuestra patria
la beatificación del hijo de la pampa”.
En 2007, el Papa Benedicto XVI declaró Beato a Ceferino Namuncurá;
para la canonización (reconocimiento
como santo), se requiere la constatación de un segundo milagro
posterior a esta instancia.
Tanto
las referencias de quienes lo conocieron como los escritos y el
epistolario conservado dan fe del amor de este joven mestizo y
criollo para con su pueblo. Su identidad aborigen y su condición de
fervoroso católico brillaban con armonía. Ceferino tuvo por anhelo
ser sacerdote y regresar a la Patria junto a sus hermanos de sangre
para continuar la obra evangelizadora que él mismo había conocido.
Hoy, su testimonio ilumina a la Argentina toda y se proyecta al mundo
como modelo para la juventud.
Ceferino
nos ha legado la responsabilidad heroica de buscar servir a nuestra
Patria forjando los valores cristianos. Y con su ejemplo nos muestra
que aun las circunstancias ordinarias, vividas de manera
extraordinaria, por obra de la Gracia, pueden adquirir dimensiones
épicas.