En
la numeración arábiga cualquier número puede representarse
mediante la combinación de diez signos (cifras o dígitos): 0, 1, 2,
3, 4, 5, 6, 7, 8 y 9.
La numeración romana, en cambio, se
basa en el uso de siete letras del alfabeto latino, a las que
corresponde un valor numérico fijo:
I
→
1 (uno, unus)
V
→
5 (cinco, quinque)
X
→
10 (diez, decem)
L
→
50 (cincuenta, quinquaginta)
C
→
100 (cien, centum)
D
→
500 (quinientos, quingenti)
M
→
1000 (mil, mille)
Números arábigos
Por
su simplicidad y operatividad, en la Edad Media la numeración
arábiga sustituyó a la romana, que no incluía el cero (0). En
general hay coincidencia en que el sistema de numeración arábigo
tuvo su origen en la India, donde ya se conocía un sistema chino,
también posicional y de base 10, que pudo haber sido su inspiración.
Esto habría sucedido entre los siglos V y VIII, época de gran
afluencia de peregrinos budistas entre China e India. Hacia el año
670, este sistema de numeración ya era conocido en Oriente Medio; su
difusión fue ampliada desde el siglo IX por matemáticos
musulmanes.
La primera mención documentada de los números arábigos en Occidente se encuentra en el Codex Vigilanus, cuya primera versión fue copiada en 881; también se lo conoce como Códice Albeldense, por provenir del monasterio de San Martín de Albelda (La Rioja, España), hoy en ruinas. A partir de 980, Gerberto de Aurillac, más tarde papa Silvestre II, difundió el conocimiento del sistema arábigo en Europa. El matemático italiano Fibonacci (Leonardo de Pisa) dio nuevo impulso a la difusión de los números arábigos desde 1202, con su obra Liber Abaci (Libro del ábaco).
Números
romanos: usos actuales
Actualmente se emplea la numeración romana -casi siempre con valor ordinal- en los siguientes casos reconocidos por la RAE:
- Para indicar los siglos: siglo XII, siglo XXI. Los números se escriben después del sustantivo. En este caso, no se usan números arábigos (*siglo 12).
- Para indicar las dinastías en ciertas culturas: los faraones de la XVIII dinastía. Los números se escriben antes del nombre. Pueden sustituirse por la abreviatura del número ordinal correspondiente (la 18° dinastía).
- En las series de papas, emperadores y reyes de igual nombre: Pío X, Carlos V, Fernando III. Se escriben después del nombre.
- En la numeración de volúmenes, tomos, partes, capítulos o cualquier división de una obra; o bien, en la numeración de actos, escenas o cuadros en las piezas teatrales: tomo II, capítulo VII, escena VIII. Se escriben después del sustantivo. En muchos casos, pueden sustituirse por las abreviaturas del número ordinal correspondiente: tomo 2°, capítulo 7°, escena 8°; e incluso por números cardinales: tomo 2, capítulo 7, escena 8.
- En la denominación de congresos, campeonatos, certámenes o festivales: XXXV Feria del Libro en Buenos Aires. Se escriben antes del sustantivo. Cuando el número resulta demasiado complejo, se prefiere la utilización de las abreviaturas de los números ordinales correspondientes: 88° Festival de Folklore.
- Para numerar las páginas de secciones preliminares de una obra (prólogo, introducción, prefacio), a fin de distinguirlas del cuerpo central: Este aspecto se analizó en la página XV del prólogo. Se escriben después del sustantivo.
- Para representar el mes en la expresión abreviada de las fechas. 18/VII/67.
- En monumentos o lápidas conmemorativas, para indicar los años: MCMX (1910). Esta práctica está en desuso, y es habitual la utilización de numeración arábiga.
En todos los casos, actualmente las letras del alfabeto latino que representan los números romanos se escriben en mayúsculas.
---> Números en español (RAE): arábigos y romanos; numerales (cardinales, ordinales, multiplicativos y fraccionarios); fecha y hora, entre otros.
Reglas
del sistema de numeración romano
a) Como regla general, los símbolos se escriben y se leen de izquierda a derecha, de mayor a menor valor, pero:
-
Cuando una letra va seguida de otra de valor igual o inferior, se
suman sus valores. VII
= 7; XVI = 16.
-
Cuando una letra va seguida de otra de valor superior, se le resta a
la segunda el valor de la primera. IV = 4; IX = 9; XC = 90.
b) No debe repetirse consecutivamente más de tres veces una misma letra. En la Antigüedad podían repetirse hasta cuatro veces consecutivas el I y el X. Este uso se mantiene en algunos relojes, en los que el número 4 suele representarse como IIII y no como IV. Las letras I, X, C y M se pueden repetir consecutivamente hasta tres veces.
c) Nunca se repite dos veces una letra si existe otra que por sí sola representa ese valor. En consecuencia, las letras V, L y D no se pueden repetir consecutivamente; tampoco se colocan a la izquierda para restar: siempre suman. Por ejemplo, el equivalente a 10 es X, y no VV. No se permite la repetición de una letra de tipo 5 (V): su duplicado es una letra de tipo 10 (X).
_
L
= 50.000 (cincuenta mil)
___
XLIILXII
= 42.062 (cuarenta y dos mil sesenta y dos)
Por
analogía, el valor de los números romanos queda multiplicado por
mil, tantas veces como rayas horizontales se tracen encima. Para
multiplicar por un millón, se trazarían dos rayas.
A
veces se traza una línea de subrayado para indicar la multiplicación
por millón.
X
= 10.000.000 (diez millones)