sábado, 14 de marzo de 2015

Otoño

por Leonardo Castellani


 
_ Pobre hoja seca ¿dónde vas en vuelo
de mariposa enferma y desvaída
entre la niebla y luz descolorida
del sol de otoño y desteñido cielo?

¿Dónde vas, hoja frágil, no nacida
ni para el alto azul ni el bajo suelo
ni para demasiada dicha o duelo,
hoja que va como se va mi vida?

_ ¿Yo qué sé? De la flor vuelo a la fosa
del suelo al astro al lodo o al vergel
presa de un aspirar que no reposa
donde va toda cosa
en ignoto tropel ...

Voy donde va la hoja de la rosa
voy donde va la hoja del laurel...

Manresa, 29 de noviembre de 1948 




viernes, 6 de marzo de 2015

Una pesadilla

Gilbert Keith Chesterton (1907)

              Gilbert Keith Chesterton (Londres, 1874 - Beaconsfield, 1936)

A la media luz del coche de ferrocarril, un señor me había estado hablando acerca de la debilidad estructural de la Catedral de San Pablo. Se expresaba con un espíritu audaz, fresco y científico, y supongo que me quedé dormido. De cualquier manera, cuando me desperté en la estación de Blackfriars y me encontré solo, sentí un frío inusual. La estación estaba más oscura que de costumbre. Descendí a la penumbrosa plataforma, sin embargo, y la crucé rápidamente, con una rapidez rutinaria. Me dirigí a la salida donde estaba quien controlaba los pasajes; sin embargo, no vestía el uniforme. Por alguna razón (posiblemente el frío, que ya he señalado) estaba abrigado de la cabeza a los pies con una capa y una capucha, como las que usaban en siglos pasados esos frailes que le dieron el nombre a la estación (los Frailes Negros). En lugar de recibir mi pasaje, solo me dijo: “No vaya al piso de arriba”.

Lo observé con callada extrañeza y luego miré con ciertas dudas a mi alrededor. Me parecía que otras figuras monásticas se habían reunido en las sombras y que el lugar era como un monasterio, con todas las luces apagadas.

_ No vaya al piso de arriba -dijo el hombre de la capucha-. No le va a gustar lo que se está haciendo allí. Para un hombre como usted es mejor quedarse con nosotros.
_ ¿Me está usted sencillamente proponiendo -le pregunté- que me quede en este subterráneo para siempre?
_ Sí, en este subterráneo -respondió-. Nosotros, los de la Iglesia Antigua, permanecimos en el subterráneo, en las catacumbas. Lo que se hizo a la luz del día no es algo bueno para que lo vea una persona.
_ ¿Qué diablos es eso? -pregunté-. ¿Es una masacre?
_ ¡Hubiera querido Dios -contestó- que solo hubiese sido eso!
_ ¡Voy a subir! -grité-. ¡Por lo menos hay aire libre!
_ Piénselo bien -me contestó con curiosa calma-. Nos protegemos con muros. Nos cubrimos con arpillera. La risa y la ligereza están por dentro. Los nuevos filósofos se visten con elegancia y la desesperación está en sus corazones.
_ ¡Voy a subir! -grité, y me abrí paso y corrí hacia arriba.

Hice eso con una pasión y una expectativa tan grandes que di por supuesto que me encontraría con una enorme orgía, obvia y obscena a la luz del día. Fue como un primer choque contra agua fría, cuando me vi en una calle completamente desierta, casi blanca a la luz de la luna.

Caminé a grandes pasos por la calle, doblé dos esquinas, y me detuve frente a la Catedral de San Pablo. Se levantaba fría y colosal en la noche vacía, como un templo perdido en un planeta desierto. Recién cuando empecé a mirar con cierto detenimiento, vi la tonta figura de un joven, sentado a horcajadas sobre los escalones superiores, como si fuera el dueño de la catedral.

En el momento en que comencé a subir los escalones, me saludó enérgicamente gritando:

_ ¿Tiene usted un nuevo diseño?

Cuando me detuve de golpe, irresoluto como un conejo fuera de su madriguera, tres hombres pálidos entre los pilares me estaban observando.

El joven bajó algunos escalones y advertí entonces que tenía el cabello de color castaño rojizo y una sonrisa insolente. Su cara era más blanca que la de un cadáver.

_ Hemos limpiado las calles de Londres -explicó- de todos aquellos que no tienen un diseño. Estos tres caballeros tienen diseños nuevos. Aquel... -añadió, bajando la voz y señalando un hombre calvo y con grandes orejas- aquel es el mismo Pyffer.
_ ¿Quién es Pyffer? -pregunté, mientras contemplaba a ese hombre, cuyas horribles orejas parecían crecer más y más.
_ Usted, seguramente conoce al gran pesimista -dijo con ansiedad-, pero usted no puede hablarle. Él nunca habla. A veces parece empezar a hablar, pero siempre termina en un bostezo. Sin embargo, ¡cuán bien ese bostezo parece expresar su terrible credo!

Yo había ya alcanzado el escalón más alto, y ahora veía a los otros dos hombres con más claridad. Uno era un alemán rubio, con ojos acuosos y firmes bigotes. El otro era un hombre mayor con patillas negras y anteojos verdes. Estaba en la mitad de un discurso cuando me llegué hasta él.

_ Es simplemente -decía- un asunto científico... un asunto para expertos. ¿Qué puede ser más absurdo que esta construcción actual?

En este punto el joven pálido (que parecía ser una especie de animador) me susurró al oído: “El Dr. Blood. Él transformó el comportamiento en una ciencia”.

El Dr. Blood continuó:

_ ¿Qué puede ser más absurdo, arquitectónicamente, que un objeto solo en la cima de una catedral? Quiero decir, ese objeto con los brazos extendidos. ¿Se puede pensar en un objeto con los brazos extendidos y esperar que se mantenga erguido? La esfera, además, es obviamente inestable. La cúpula es curva. Yo estoy contra las curvas.

Hizo una pausa por un instante. El Profesor Pyffer abrió su boca como para hablar. Luego la abrió como para gritar. Luego la cerró en silencio. Solo había bostezado.

_ En ese bostezo -musitó el joven dirigiéndose a mí- se ha tragado todas las estrellas.

Contesté que ellos no parecían estar de acuerdo con él. Pero el Dr. Blood continuaba:

_ El asunto, obviamente, es para un experto. El objeto en la cima debería ser un pequeño cubo de piedra. La esfera debería ser otro cubo de piedra un poco más grande. La cúpula debería estar representada por un cubo más grande aún. Y así adelante. Si estuviera construida de esa manera, no se caería nunca.
_ ¿Se le ha ocurrido alguna vez -pregunté- que si estuviera construida de esa manera nosotros querríamos que se cayera?
_ El extraño tiene razón -interrumpió el hombre rubio de ojos acuosos-. ¡Siempre debería estar hacia arriba! ¡Desde el hombre hasta el superhombre! ¡Desde la estructura hasta la superestructura!... Le voy a decir cuál es la falla de su arquitectura. ¡No está basada en la energía de la naturaleza! Sus iglesias son más grandes en la base y más pequeñas en la cima. Todos los árboles hjos de buenas madres sn más pequeños en la base y más grandes arriba. Así debería ser esta catedral. En el primer piso, dos cúpulas. En el segundo piso, tres cúpulas. En el tercer piso... y así adelante. Siempre echando ramas, siempre creciendo, cada piso más grande que el anterior, hasta que por fin...

Alzó sus brazos en un éxtasis rígido. La voz le faltó, pero sus brazos permanecieron verticales. Todos murmuramos: “Exactamente así”.

Luego el Dr. Blood dijo con una voz curiosa y calma:

_ Confíen en el experto. Pondré este lugar en condiciones correctas en dos minutos.

Caminó hacia el interior con grandes pasos y luego oímos tres golpes. Enseguida esta cúpula que llenaba el cielo se sacudió como en un terremoto y se inclinó hacia un lado. Nada podía expresar la enorme sinrazón de esa escena familiar que de repente se había desarreglado.

Me desperté para oír la voz ronca del hombre que bostezaba, hablando a mi oído por primera y última vez.

_ ¿Ve usted -murmuró- que el cielo está torcido?

G. K. Chesterton, “Una pesadilla” (1907). En: La tierra de los colores, Buenos Aires, Vórtice, 2007.


Catedral de San Pablo, Londres. Iglesia anglicana.

Catedral de San Pablo. Proyecto desarrollado por el arquitecto
Christopher Wren (masón).
Antigua Catedral de San Pablo, medieval.
Antigua Catedral de San Pablo en llamas.





G. K. Chesterton: “¿Por qué creo en el Cristianismo”? (crítica a la idea de superhombre de Nietzsche).
 
G. K. Chesterton, “Por qué me convertí al catolicismo” - I
 
G. K. Chesterton, “Por qué me convertí al catolicismo” - II (completo)




Diseño de la nueva Catedral de San Pablo (anglicana); galería de imágenes.

Catedral de San Pablo (anglicana). Breve descripción del proyecto.

Historia de la Catedral de San Pablo 




Persecución a católicos: mártires de Inglaterra - I

Persecución a católicos: mártires de Inglaterra - II 


Blackfriars (frailes negros, dominicos con capa negra) en Londres: 1278 - 1538. Memorial (placa recordatoria).


Ubicación de la Estación Blackfriers y de la Catedral de San Pablo (Londres)