Leonardo Castellani*
Las
abejas se recogen todas a su casa de noche, lo mismo que los
muchachos de veinte años. Pero hubo una vez una Colmena colocada
junto a un foco eléctrico potentísimo y sucedió que las pobres
abejas aquellas, pensando engañadas que era de día, trabajaban
furiosamente de noche en las flores que entraban en el radio de aquel
sol artificial. Así es que sus panales fueron al poco tiempo
dobles que los demás.
-¿Pero
se morirían todas de surmenage, eh?
-Eso
mismo. No se de qué, fuese peste o fuese cansancio, lo cierto es que
la colmena se me arruinó en pocos meses, y las que quedaron se
mandaron a mudar a otro lado.
-¿Pero
es verdad o es fábula?
-Eso
nos enseña que habiendo venido todo bicho viviente a este mundo para
trabajar debe hacerlo a la luz del sol, que es el Último Fin.
-Hay
algunos que nunca han conocido su Último Fin o no quieren conocerlo,
y sin embargo trabajan mucho y bien.
-Esos
se fabrican con la luz de las cosas terrenas un sol de la tierra, un
sol artificial, porque sin su luz no se puede trabajar. Pero
habiéndose apartado del orden esencial van inevitablemente a la ruina.
-Y
eso ¿como se prueba?
-A
priori, eso tiene que ser así. A posteriori, a veces es
un poco más dificil probarlo. Nuestros ojos son miopes. El Voltaire
que nos retrata Sainte-Beuve parece haber alcanzado en la tierra la paz
que la Escritura niega a los impíos. Sin embargo eso quisiera yo
verlo de cerca. Me parece imposible que todo marche normal y no haya
algo roto en una vida que se ha cimentado fuera de la Piedra que es
Cristo, y bajo el sol caduco de las esperanzas terrenas.
*Publicado en Camperas: Bichos y personas (1931)
El Angelus, Jean-François Millet (1857-1859) |