Soneto XVIII (Lope de Vega, Rimas sacras)
¿Qué tengo yo, que mi
amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno oscuras*?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno oscuras*?
¡Oh, cuánto fueron mis
entrañas duras,
pues no te abrí! ¡Qué extraño* desvarío
si de mi ingratitud el hielo* frío
secó las llagas de tus plantas puras!
pues no te abrí! ¡Qué extraño* desvarío
si de mi ingratitud el hielo* frío
secó las llagas de tus plantas puras!
¡Cuántas veces el ángel
me decía:
«Alma, asómate ahora* a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía»!
«Alma, asómate ahora* a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía»!
¡Y cuántas, hermosura
soberana:
«Mañana le abriremos», respondía,
para lo mismo responder mañana!
«Mañana le abriremos», respondía,
para lo mismo responder mañana!
* escuras, estraño, yelo y agora en el
original
“¿Qué tengo yo, que mi
amistad procuras?”, escrito por el español Lope de Vega (1562 –
1635), es el soneto XVIII de Rimas sacras (1614).
- Estructura y tema del poema
Se trata de un soneto, por
lo tanto es un poema compuesto por dos cuartetos (estrofas de cuatro
versos de arte mayor) y dos tercetos (estrofas de tres versos de arte
mayor) de versos endecasílabos (de once sílabas), con rima
consonante.
El esquema de la rima es: ABBA ABBA CDC DCD.
Las rimas son: -uras, -ío,
-ío, uras / -uras, -ío, -ío, -uras / -ía, -ana, -ía / -ana, -ía,
-ana.
La distribución de los contenidos en los sonetos no sigue una regla, pero usualmente en el primer cuarteto se presenta el tema (la fidelidad de Jesucristo, enamorado de las almas); en el segundo cuarteto se lo amplifica y desarrolla (ingratitud del alma); en el primer terceto se reflexiona sobre la idea central o se presentan detalles relacionados con lo expuesto en los cuartetos (referencia a las inspiraciones santas del ángel); el terceto final, suele ser el más emotivo, presenta reflexiones o sentimientos graves (arrepentimiento del alma pecadora por haber aplazado la conversión). El soneto presenta, por tanto, una introducción al tema (primer cuarteto), un desarrollo (segundo cuarteto y primer terceto) y una conclusión o cierre (segundo terceto).
El arrepentimiento y la
conversión
En las Rimas sacras
el autor, en sintonía con la tradición literaria petrarquista,
desarrolla una palinodia, ya que buena parte de los poemas
tienen como eje temático el arrepentimiento, en este caso, del amor
mundano y del aplazamiento de la conversión.
Una palinodia es
una composición poética en que un autor se retracta de conceptos u
opiniones expresadas en poemas anteriores. En su Canzoniere,
Petrarca (poeta italiano, 1304 - 1374) finalmente profundiza en
valores espirituales, dejando atrás vanidades juveniles. El
cancionero petrarquista se cierra con un arrepentimiento absoluto:
Llorando voy los tiempos ya pasados
que malgasté en amar cosas del suelo,
en vez de haberme levantado en vuelo
sin dar de mí ejemplos tan menguados.
Llorando voy los tiempos ya pasados
que malgasté en amar cosas del suelo,
en vez de haberme levantado en vuelo
sin dar de mí ejemplos tan menguados.
Tú, que mis males viste porfïados,
invisible e inmortal, Señor del cielo,
Tu ayuda presta al alma y Tu consuelo,
y sana con Tu Gracia mis pecados;
tal que, si viví en tormenta y guerra,
muera en bonanza y paz; si mal la andanza,
bueno sea al menos el dejar la tierra.
Lo poco que de vida ya me alcanza
y el morir con Tu presta mano aferra;
Tú sabes que en Ti sólo hallo esperanza.
En cuanto a Lope de Vega, gran parte de los sonetos de Rimas sacras también están escritos en primera persona (yo lírico) y dirigidos a un Tú íntimo e inmediato: Dios, Nuestro Señor.
En el soneto XVIII, “¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?”, el yo lírico se dirige a Jesús, y presenta además un diálogo, íntimo y cotidiano, con su ángel.
Lope de Vega deja
atrás la carnalidad de sus obras de juventud y en Rimas sacras
da paso a composiciones con altas miras morales y espirituales, que revelan
su arrepentimiento y el profundo anhelo de salvar su alma.
En este soneto el yo lírico expresa la incomodidad interior del alma pecadora, al saberse llamada por Dios, una y otra vez, a la conversión inaplazable. Se destaca la amorosa y paciente espera de Cristo, sujeto al agravio de la frialdad del alma del pecador impenitente, que desoye hasta las inspiraciones santas.
En este soneto el yo lírico expresa la incomodidad interior del alma pecadora, al saberse llamada por Dios, una y otra vez, a la conversión inaplazable. Se destaca la amorosa y paciente espera de Cristo, sujeto al agravio de la frialdad del alma del pecador impenitente, que desoye hasta las inspiraciones santas.
El yo lírico presenta la dureza de su
indiferencia como la actitud de quien sabe a Jesús desamparado a la
intemperie fría de la noche, sufriendo tras la puerta cerrada; y
aunque el alma se excusa una y otra vez, no logra desalentar a
Jesús, quien espera una atenta respuesta, apostado a la puerta. La morada a la que Jesucristo desea ingresar es el alma del hombre. La
escena figurada recuerda la cita bíblica: “Mira que estoy a la
puerta y llamo; si alguno escucha mi voz, yo entraré a él y cenaré
con él y él conmigo” (Apocalipsis, 3: 20).
Al comienzo del soneto, el yo lírico pregunta a Jesús la razón del empeño en procurar
su amistad: “¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?”. En el primer verso se explicita esta primera persona empleando el pronombre "yo". La indiferencia del yo lírico contrastará con la amorosa fidelidad de Jesús, hermosura soberana. El alma
advierte su pequeñez, frente a la inmensidad de la gracia.
El yo lírico reconoce haber sido indiferente, incluso a las inspiraciones de su ángel. El ángel lo exhorta a que responda el llamado de Jesús, con lo cual comprobará Su constante amor (“Verás con cuánto amor llamar porfía”).
El yo lírico reconoce haber sido indiferente, incluso a las inspiraciones de su ángel. El ángel lo exhorta a que responda el llamado de Jesús, con lo cual comprobará Su constante amor (“Verás con cuánto amor llamar porfía”).
- Análisis de los principales recursos de estilo
1. Preguntas retóricas y expresiones admirativas
La primera estrofa
presenta preguntas retóricas y las restantes, diversas expresiones
de admiración (exclamaciones). Esto contribuye a destacar la
afectividad del poema: el yo lírico contrasta el empeño y la
paciencia de Jesús en llamar al alma (preguntas retóricas), y la
pertinaz indiferencia del alma extraviada (expresiones de
admiración), hasta llegar al arrepentimiento. De esta manera se
presenta una gradación en el dramatismo expresado en el soneto:
- Referencia a Jesús,
enamorado de las almas
- Ingratitud y frialdad
del alma impenitente
- Reiterada desestimación
de las inspiraciones santas
- Lamento y
arrepentimiento por la conversión postergada.
En la primera estrofa los
verbos están conjugados en presente, dando a entender que Jesús
todavía está a la puerta y llama. En las estrofas restantes los
verbos están conjugados en pasado. Se da a entender que el yo
lírico, proclive al arrepentimiento pero también al extravío, ha
resuelto o está resolviendo dejar entrar al Señor.
2. Anáforas
La reiteración del
pronombre interrogativo “qué” destaca las preguntas retóricas
del primer cuarteto.
3. Apóstrofe
Mediante esta figura el yo
lírico se dirige a un “Tú”, una segunda persona, que es
Jesucristo. La primera mención es a Jesús: Jesús mío. Se
trata de una referencia casi íntima, en el marco de las
interrogaciones.
La segunda referencia, creciente en solemnidad, es
hermosura soberana, e implica un reconocimiento de la Belleza
y la Majestad de Dios, en el marco de las expresiones admirativas.
Jesús mío y hermosura soberana son vocativos. Este
diálogo figurado entre el alma y Dios confiere al soneto la forma de
una oración.
4. Hipérbatos
- ¿Qué interés se te
sigue, Jesús mío, / que a mi puerta, cubierto de rocío, / pasas
las noches del invierno oscuras?
En lugar de:
Jesús mío, ¿qué
interés se te sigue, que pasas a mi puerta las oscuras noches del
invierno cubierto de rocío?
- cuánto fueron mis
entrañas duras
En lugar de:
cuán duras fueron mis
entrañas
- Qué extraño
desvarío / si de mi ingratitud el hielo frío / secó las llagas de
tus plantas puras
En lugar de:
Qué extraño desvarío si
el hielo frío de mi ingratitud secó las llagas de tus plantas
puras.
- Verás con cuánto
amor llamar porfía
En lugar de:
Verás con cuánto amor
porfía llamar. (Porfiar significa insistir, obstinadamente).
La alteración del orden
de los elementos en las frases contribuye a mantener las rimas, pero
además destaca aspectos relevantes en el tratamiento del tema:
- Espera paciente de
Jesús, sufriendo el frío de la indiferencia (a mi puerta
cubierto de rocío / pasas las noches del invierno oscuras).
- Reconocimiento de la
dureza de corazón (cuánto fueron mis entrañas duras)
- Reconocimiento del
despropósito y locura de la ingratitud del alma (extraño
desvarío).
- Insistencia de
Jesucristo en llamar al alma (llamar porfía).
Se destaca así la
inmensidad de la gracia, reconocida por el pobre pecador.
5. Imágenes sensoriales
- cubierto de rocío.
Sinestesia: imagen visual y táctil (cubierto de humedad)
- las noches del
invierno oscuras. Sinestesia: imagen visual (oscuridad) y táctil
(frío).
- hielo frío (imagen
táctil).
Las imágenes figuran lo que sufre Jesucristo por salvar al pecador.
6. Metáforas
El hielo frío es
la indiferencia.
Las entrañas duras son el corazón endurecido, indiferente.
7. Paralelismo sintáctico y antítesis conceptual
mis entrañas duras
(por el pecado) vs. tus plantas puras (santas).
8. Elipsis
Cuántas veces el ángel
me decía vs. cuántas [veces], hermosura
soberana
9. Quiasmo
“Mañana
le abriremos -respondía-
/ para lo mismo responder
mañana”.
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