Han pasado más de seis décadas desde que Isaac Asimov planteara la educación a distancia como materia de ciencia ficción. En “Cómo se divertían” (“The fun they had”), la escuela convencional, con alumnos y profesores, interactuando en un aula, ya no existía. La aplicación de la tecnología a la educación había despersonalizado el proceso de enseñanza y aprendizaje: las clases virtuales se daban en los hogares y no había escuelas, tampoco había libros, los profesores eran mecánicos; las tareas, individuales, se ingresaban en la ranura de un aparato y la corrección era automática.
Felizmente,
en plena era digital, podemos decir que la aplicación de la
tecnología a la educación ha proporcionado múltiples
ventajas, que advertimos incluso en nuestra vida cotidiana,
como profesores o como alumnos: ganamos tiempo al no tener que
trasladarnos al lugar de las clases, podemos conectarnos desde
cualquier lugar, tenemos acceso a gran cantidad y variedad de
materiales, etc.
La
tecnología juega un importante rol dentro de la educación. Por
ejemplo, acorta distancias y permite que participen
estudiantes y profesores de diversas latitudes. A diferencia de lo
planteado en el cuento de Asimov, aprovechando la funcionalidad de
las plataformas educativas, como Moodle, se puede mantener una
retroalimentación fluida entre docentes y alumnos; y entre
los estudiantes se puede potenciar el aprendizaje colaborativo,
en sintonía con esta era de producción y circulación de información a través de la red.
Estas
ventajas son válidas tanto para estudiantes como para profesores. Y
no son las únicas: docentes y alumnos pueden encontrar espacios
de intercambio con grupos afines
a los propios intereses, para compartir conocimientos y
recursos didácticos, o intercambiar experiencias; y conformar ellos
mismos una comunidad.
La
educación en modalidad presencial sigue teniendo, por cierto, su
encanto. Esta modalidad también es compatible con la inclusión de
tecnología en las dinámicas. Cada vez es más común aprovechar los
dispositivos móviles o tabletas para trabajar con audios y videos en
clase, o incluir actividades que requieran conectarse a internet, por
ejemplo. Pero aun dentro de las modalidades no presenciales, la
tecnología aplicada a la educación no implica de por sí una
precarización de la labor docente o del rol del estudiante.
La
experiencia de enseñanza y aprendizaje tiene que seguir
siendo transformadora y enriquecer a los participantes.
*TIC:
Tecnologías de la información y comunicación
- Para seguir leyendo
Isaac
Asimov, “Cómo se divertían” (1951). Cuento de ciencia ficción: