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sábado, 14 de febrero de 2015

La oración de San Cristóbal



                                         *Por Leonardo Castellani

Hay casos en que el mismo Dios parece
que no puede salir y está envarado
y hay casos que parece que obedece
Dios a una ley que Él mismo se habrá dado...

Y hay veces que parece que perece
todo un mundo, y un hombre ¿qué es al lado?
y un hombre entonces se empeñó, y ofrece
sostén de Dios el costillar cansado.

Como a Jesús el ángel en el Huerto
sostiene un hombre a Dios y así confiesa
si no su gloria, su existencia cierto.

Está en silencio inmóvil, pero reza
camina y habla pero como muerto,
todos se ríen, todo apoyo cesa...

Y él como el estilita* en el desierto,
aguanta el cielo sobre su cabeza.

                                      13 de mayo de 1942 

*Estilita. (Del gr. στυλίτης).
Adj. Dicho de un anacoreta: que por mayor austeridad vivía sobre una columna (RAE). Los estilitas fueron monjes cristianos solitarios que vivieron en el Medio Oriente a partir del siglo V. Transcurrían su vida de oración y penitencia sobre una plataforma colocada en la cima de una columna (stylos, en griego). Esta práctica fue bastante habitual en el Oriente cristiano, especialmente en las cercanías de Antioquía y en Siria.


San Cristóbal


San Cristóbal es uno de los Catorce Santos Auxiliadores. Su nombre significa Portacristo, es decir, portador de Cristo o el que lleva a Cristo. Este nombre recuerda el hecho de haber llevado al Niño Jesús en sus hombros para ayudarlo a atravesar un río caudaloso, de acuerdo a la tradición. Padeció el martirio a mediados del siglo III, en el Asia Menor. 

El culto a San Cristóbal de Licia es de origen oriental y llegó a Occidente después del siglo V. De Constantinopla pasó a Sicilia y de allí a Europa Occidental. Fue uno de los santos más venerados durante la Edad Media y se lo representó en cuadros, murales, esculturas y ornamentaciones de diverso tipo, en iglesias y en murallas de ciudades. En su honor se hicieron templos y monasterios, tanto en Oriente como en Occidente.
 
Su culto perdura hasta la actualidad. Por ser patrono de los viajeros, los automovilistas lo celebran como protector suyo y muchos adornan sus vehículos con la medalla del santo.

* * *

Poco se sabe con certeza de la vida de San Cristóbal mártir (Cristóbal de Licia), y existen distintas tradiciones cristianas al respecto. La tradición católica, transmitida principalmente por la Legenda Aurea (ca. 1282), una compilación de relatos hagiográficos reunidos por el arzobispo dominico italiano Jacobo de la Vorágine en el siglo XIII, lo describe como un gigante cananeo que ayudaba a los viajeros a atravesar el vado llevándolos sobre sus hombros; este oficio de vadeador era necesario en una época en que escaseaban los puentes. En una ocasión ayudó al Niño Jesús a cruzar el río. Sorprendido por el peso que llevaba, y que aumentaba a medida que se sumergía en el agua, el Niño le explicó al vadeador que Él cargaba con el peso del mundo, con sus pecados. El pequeño Jesús le dijo que era Cristo -a quien el santo buscaba- y que ayudando a quienes necesitaran cruzar el río lo estaría ayudando a Él. También le dijo que si fijaba en la tierra la vara seca que llevaba por báculo, florecería y hasta tendría frutos. Efectivamente, la vara plantada en la tierra a la mañana siguiente se había convertido en una esbelta palmera.

El vadeador fue bautizado con el nombre de Cristóbal y se le encomendó la prédica. De acuerdo a la tradición, Cristóbal fue bautizado en Antioquía. Fue un predicador elocuente. Se considera que Cristóbal portó a Cristo de cuatro maneras: en los hombros, en los labios, en el corazón y -en su martirio- en todo el cuerpo. 

El emperador Decio ordenó perseguir a los cristianos. Cristóbal se negó a sacrificar a falsos dioses y fue martirizado. Se lo sometió a diversos suplicios, que no lograron darle muerte: fue flagelado, se le colocó un casco candente, fue tendido sobre una parrilla y fue asaetado. Ninguna flecha dio en el blanco; pero una hizo perder un ojo a Dagón, prefecto de Licia a cargo de la ejecución de Cristóbal. Al saber que sería decapitado, Cristóbal le dijo a Dagón que se ungiera el ojo herido con un poco de su sangre, ya que así sanaría y reconocería a su creador. Dagón hizo lo indicado por Cristóbal, recuperó la vista y se convirtió al cristianismo.

* * *

San Cristóbal es el patrono de los viajeros y trabajadores del transporte, de los marineros y barqueros; su patronazgo alcanza especialmente a todo lo que implique riesgo en tránsito en vida o hacia la muerte. La ciudad de La Habana, capital de Cuba, lleva su nombre, ya que fue fundada como San Cristóbal de La Habana. San Cristóbal es patrono de diversas ciudades hispanoamericanas y también alemanas, como Brunswick y Stuttgart.


Iconografía y mitología

En diversas tradiciones se atribuyen a San Cristóbal los nombres Ofero, Réprobus o Relicto, antes de su conversión. Era un hombre de singular tamaño, o al menos contaba con fuerza suficiente como para desempeñar su oficio de vadeador. En una antigua leyenda, según la cual el santo habría nacido en una tribu norafricana, se le atribuyen por su fisonomía rasgos de cinocéfalo, lo que dio origen a la representación oriental de la cabeza de perro.

San Cristóbal cinocéfalo (ícono). Crédito: Wikipedia.

Se dice que antes de su conversión, Ofero quería servir a Jesús, ya que había sabido que era tan poderoso que hasta el demonio temía la sola mención de su nombre. Comenzó a vagar preguntando cómo podía servir a Jesús, hasta que un ermitaño le dijo que cerca había un río en el que morían muchos que intentaban atravesarlo; y que con su estatura y fuerza él bien podría pasarlos de una orilla a la otra cargándolos sobre sus hombros, y de ese modo hallaría la respuesta que buscaba. Ayudado con una vara gruesa, Ofero comenzó a desempeñarse como vadeador, y allí transportó al Divino Niño.


Hay diversas tradiciones en torno a la vida de San Cristóbal, y una iconografía que varía en Oriente y Occidente. Considerando la iconografía disponible, hay rasgos que permiten establecer una semejanza entre la representación del santo y elementos de la mitología clásica y pagana, transmitidos en la cultura popular a través de imágenes y relatos.
  • En la iconografía de Oriente hay representaciones de San Cristóbal que asemejan su figura a la de Anubis, dios egipcio encargado de conducir a los muertos a la otra vida, que con frecuencia se representaba como un hombre con cabeza de perro.
  • En la iconografía de Occidente se representa a San Cristóbal como un vadeador que lleva al Niño Jesús a cuestas. Esta figura guarda semejanza con la representación de Eneas -héroe troyano, hijo del príncipe Anquises-, llevando a sus espaldas a su anciano padre, en la mitología grecorromana.
  • En cuanto al significado iconológico, es decir, a las funciones simbólicas que revela la iconografía, el oficio de vadeador que transporta a los viajeros de una orilla a otra del río, recuerda al barquero Caronte, que transportaba a las almas a través de la laguna Estigia en la mitología griega.
  • Por su fortaleza física y moral, la representación de San Cristóbal recuerda al Hércules (Heracles), héroe de la mitología griega, quien tuvo que superar sucesivas pruebas (trabajos) para lograr sus objetivos; lo propio hizo San Cristóbal, que con el ejemplo de su vida y los sucesivos suplicios del martirio salvó su alma.
  • En la mitología griega, Hermes era un dios conductor de almas y patrono de los viajeros, y la iconografía lo representa a veces cargando al niño Dioniso, al que transportó por mandato de Zeus para ser criado por las Ninfas.
  • El hecho de que la iconografía representara a San Cristóbal cargando a Cristo, y con él, el mundo en sus hombros, asemeja la figura del santo a la representación de Atlas, el titán que tenía que cargar sobre sus hombros los pilares que mantenían la Tierra (Gea) separada de los cielos (Urano), por castigo de Zeus.
Para algunos autores, estas coincidencias pueden postularse como préstamos iconográficos, resignificados por la tradición cristiana. Como sea, en la iconografía cristiana se destacan como atributos del santo el hecho de ser un facilitador en el tránsito -en la vida y en la muerte- y un vencedor en todas las pruebas, con la gracia de Dios.




Catorce Santos Auxiliadores


Los Catorce Santos Auxiliadores son venerados en la Iglesia Católica como intercesores eficaces contra diversos peligros que pueden presentarse en la vida. El culto a estos santos cobró especial impulso en el siglo XIV, en la región de la Renania (Alemania), probablemente como consecuencia de la peste negra (peste bubónica), que asoló a Europa en ese tiempo; sin embargo, estos santos eran reverenciados juntos desde el siglo IX.
 
Lo Catorce Santos Auxiliadores son:

San Acacio, mártir, invocado contra los dolores y males de la cabeza.
Santa Bárbara, virgen y mártir, invocada contra la fiebre y la muerte súbita. También se pide su protección en las tormentas eléctricas.
San Blas, obispo y mártir, invocado contra los males de la garganta y del sistema respiratorio.
Santa Catalina de Alejandría, virgen y mártir, invocada contra la muerte súbita y los problemas del habla.
San Cristóbal, mártir, invocado contra la muerte súbita, las pestes y los peligros durante viajes.
San Ciríaco, diácono y mártir, invocado contra la tentación a la hora de la muerte.
San Dionisio de París (Saint Denis, en francés), obispo y mártir, invocado contra los dolores y males de la cabeza.
San Erasmo, obispo y mártir, invocado contra las enfermedades intestinales.
San Eustaquio, mártir, invocado contra la discordia familiar.
San Gil Abad (San Egidio, en italiano), ermitaño y abad, invocado contra la peste, y para hacer una buena confesión.
San Jorge de Capadocia, soldado y mártir, invocado para conseguir la curación de los animales domésticos.
Santa Margarita de Antioquía (Santa Marina de Antioquía, en la Iglesia Ortodoxa), virgen y mártir, invocada durante el parto y contra los ataques diabólicos.
San Pantaleón, obispo y mártir, invocado por los médicos.
San Vito (Saint Guy, en Francés), mártir, invocado contra la epilepsia.

Con excepción de San Egidio abad, todos fueron mártires.

La Virgen, especialmente en la advocación de María Auxiliadora, es invocada en petición de socorro.

El principal templo para la devoción de los Catorce Santos Auxiliadores es la Basílica de Vierzehnheiligen, en Alemania.

Basílica de Vierzehnheiligen (Alemania). Crédito: Wikipedia.

El papa Pablo VI revisó el Calendario General Romano para la veneración universal y en 1969 estableció que en el Calendario Católico Romano de Santos se abandonarían las celebraciones individuales de San Jorge, Santa Bárbara, Santa Catalina de Alejandría, Santa Margarita de Antioquía y San Cristóbal, entre otras, alegando que la historicidad de la vida de esos santos no estaba suficientemente documentada. La modificación implicaba considerar que el culto a estos santos y sus celebraciones individuales de acuerdo al santoral dejaban de ser obligatorias y oficiales. Permanecen, sin embargo, en la tradición; cuentan con numerosos patronazgos, milagros atribuidos a su intercesión y templos en su honor. Se permite la representación iconográfica de estos santos y la veneración de los fieles, pero desde 1969 la Iglesia no promueve oficialmente su culto.
 
En 2004, el papa Juan Pablo II restituyó para el 25 de noviembre un memorial opcional para Santa Catalina de Alejandría, cuya voz fue oída por Santa Juana de Arco, también mártir.


A pesar de las modificaciones romanas, el culto a San Jorge, Santa Bárbara, Santa Catalina de Alejandría, Santa Margarita de Antioquía y San Cristóbal se mantiene entre los fieles. Los mártires siempre han sido, para los cristianos, testimonio de la fe verdadera. Así rezaba Isabel la Católica, dispuesta a morir como ellos:

Oración de Isabel la Católica

Tengo miedo, Señor,
de tener miedo
y no saber luchar.
Tengo miedo, Señor,
de tener miedo
y poderte negar.
 
Yo te pido, Señor,
que en Tu grandeza
no te olvides de mí;
y me des con Tu amor
la fortaleza
para morir por Ti
.