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viernes, 9 de enero de 2015

Llibre Vermell de Montserrat (4)

El cancionero del Llibre Vermell se cierra con “Ad mortem festinamus”, que es la danza de la muerte puesta en música más antigua que se conoce. La danza de la muerte o danza macabra es un género artístico de fines de la Edad Media, difundido en toda Europa por influencia francesa. Desarrollaba el tópico de la muerte igualadora, dado que alcanza a todos los estamentos sociales y a todas las edades. Por tratarse de un diálogo en verso podía teatralizarse, como ocurría, usualmemente, en Semana Santa. Los versos también podían ser ilustrados con grabados.

En la danza macabra, alguien que alegóricamente representaba a la muerte, iba alcanzando uno a uno a todos los presentes para bailar alrededor de una tumba. La muerte recuerda que la vida mundana es perecedera y que todos serán alcanzados por ella; asimismo, a modo de admonición, advierte sobre la necesidad de vivir y morir cristianamente.

Al final de "Ad mortem festinamus" se hace una súplica a la Virgen María para que después de nuestra muerte acuda e interceda como mediadora ante su Hijo: “Alma Virgo virginum in celis coronata apud tuum filium sis nobis advocata. Et post hoc exilium occurrens mediata”. En el manuscrito prosigue el verso “ O mors, quam amara est memoria tua”: Oh muerte, cuán amarga es tu memoria, es decir, qué amargos son los pensamientos de la muerte. A continuación hay una miniatura -la única ilustración de los folios conservados del cancionero- que representa un cadáver dentro de un sepulcro abierto. Concluyen, a modo de letanía, los versos admonitorios dialogados: “Vile cadaver eris” (vil cadáver serás), con diferentes finales.





Ad mortem festinamus (danza)





Ad mortem festinamus peccare desistamus.


Scribere proposui de contemptu mundano ut degentes seculi non mulcentur in vano. Iam est hora surgere a sompno mortis pravo.
 
Vita brevis breviter in brevi finietur; mors venit velociter quae neminem veretur. Omnia mors perimit et nulli miseretur.
 
Ni conversus fueris et sicut puer factus et vitam mutaveris in meliores actus
intrare non poteris regnum Dei beatus.
 
Tuba cum sonuerit dies erit extrema et iudex advenerit vocabit
sempiterna electos in patria prescitos ad inferna.
 
Quam felices fuerint qui cum Christo regnabunt facie ad faciem sic eum adspectabunt. Sanctus Sanctus Dominus Sabaoth conclamabunt.
 
Et quam tristes fuerint qui eterne peribunt. Pene non deficient nec propter has obibunt. Heu, heu, heu miseri numquam inde exibunt.
 
Cuncti reges seculi et in mundo magnates advertant et clerici omnesque potestates fiant velut parvuli dimitant vanitates.
 
Heu fratres karissimi si digne contemplemus passionem Domini amara
et si flemus ut pupillam oculi servabit ne peccemus.
 
Alma Virgo virginum in celis coronata apud tuum filium sis nobis advocata.
Et post hoc exilium occurrens mediata.
 
Vile cadaver eris: Cur non peccare vereris.

Vile cadaver eris: Cur intumescere queris.

Vile cadaver eris: Ut quid peccuniam queris.

Vile cadaver eris: Quid vestes pomposas geris.

Vile cadaver eris: Ut quid honores queris.

Vile cadaver eris: Cur non penitens confiteris.

Vile cadaver eris: Contra proximum non leteris.


* * *

A la muerte nos apresuramos, dejemos de pecar.


Me he propuesto escribir sobre el desprecio mundano
para que este mundo degenerado no pase en vano.
Ya es hora de levantarse del perverso sueño de la muerte.
 
La vida es breve y se acaba aún más brevemente.
La muerte viene veloz y no teme a ninguno.
Aniquila a todos y no tiene misericordia de nadie.
 
Si no te conviertes y no te vuelves como un niño
y no cambias de vida con actos mejores,
no podrás entrar en el bendito Reino de Dios.
 
Cuando suene la trompeta llegará el último día,
y el juez llegará y llamará a los perpetuos elegidos para la eternidad en su patria
y a los proscritos al infierno.


Qué felices serán los que reinarán con Cristo,
cara a cara, así lo contemplarán.
Proclamarán: Santo, Santo Señor, Sabaoth.
 
Y qué tristes estarán los que perezcan eternamente.
No podrán evitar su castigo ni liberarse a ellos mismos.

Ay, ay, ay, malaventurados, nunca saldrán de ahí.
 
Que todos los reyes del mundo juntos, los poderosos de la
tierra y los clérigos y todos los potentados sean advertidos.
Tienen que volverse como niños y renunciar a sus vanidades.
 
Ay, queridos hermanos, si contemplamos dignamente
la amarga pasión del Señor, y si lloramos como la pupila del ojo 
servirá para que no pequemos.
 
Dulce Virgen de las vírgenes, coronada en el cielo, seas nuestra abogada ante tu Hijo. Y después de este exilio terrenal, acude e intercede como mediadora.


Si un vil cadáver serás: ¿Por qué no temes pecar?

Si un vil cadáver serás: ¿Por qué quieres hincharte de orgullo?

Si un vil cadáver serás: ¿Para qué quieres riquezas?

Si un vil cadáver serás: ¿Para qué llevas vestimenta ostentosa?

Si un vil cadáver serás: ¿Para qué quieres honores?

Si un vil cadáver serás: ¿Por qué no confiesas tus arrepentimientos?

Si un vil cadáver serás: No mates a tu prójimo.