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sábado, 18 de octubre de 2014

¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?


Soneto XVIII (Lope de Vega, Rimas sacras)

¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?    
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,           
que a mi puerta, cubierto de rocío,             
pasas las noches del invierno oscuras*?    

¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras,      
pues no te abrí! ¡Qué extraño* desvarío     
si de mi ingratitud el hielo* frío                 
secó las llagas de tus plantas puras!

¡Cuántas veces el ángel me decía:            
«Alma, asómate ahora* a la ventana,        
verás con cuánto amor llamar porfía»!

¡Y cuántas, hermosura soberana:              
«Mañana le abriremos», respondía,           
para lo mismo responder mañana!            




* escuras, estraño, yelo y agora en el original

“¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?”, escrito por el español Lope de Vega (1562 – 1635), es el soneto XVIII de Rimas sacras (1614).


  • Estructura y tema del poema

Se trata de un soneto, por lo tanto es un poema compuesto por dos cuartetos (estrofas de cuatro versos de arte mayor) y dos tercetos (estrofas de tres versos de arte mayor) de versos endecasílabos (de once sílabas), con rima consonante. 

El esquema de la rima es: ABBA ABBA CDC DCD.

Las rimas son: -uras, -ío, -ío, uras / -uras, -ío, -ío, -uras / -ía, -ana, -ía / -ana, -ía, -ana.

La distribución de los contenidos en los sonetos no sigue una regla, pero usualmente en el primer cuarteto se presenta el tema (la fidelidad de Jesucristo, enamorado de las almas); en el segundo cuarteto se lo amplifica y desarrolla (ingratitud del alma); en el primer terceto se reflexiona sobre la idea central o se presentan detalles relacionados con lo expuesto en los cuartetos (referencia a las inspiraciones santas del ángel); el terceto final, suele ser el más emotivo, presenta reflexiones o sentimientos graves (arrepentimiento del alma pecadora por haber aplazado la conversión). El soneto presenta, por tanto, una introducción al tema (primer cuarteto), un desarrollo (segundo cuarteto y primer terceto) y una conclusión o cierre (segundo terceto).


El arrepentimiento y la conversión


En las Rimas sacras el autor, en sintonía con la tradición literaria petrarquista, desarrolla una palinodia, ya que buena parte de los poemas tienen como eje temático el arrepentimiento, en este caso, del amor mundano y del aplazamiento de la conversión. 

Una palinodia es una composición poética en que un autor se retracta de conceptos u opiniones expresadas en poemas anteriores. En su Canzoniere, Petrarca (poeta italiano, 1304 - 1374) finalmente profundiza en valores espirituales, dejando atrás vanidades juveniles. El cancionero petrarquista se cierra con un arrepentimiento absoluto:
  
Llorando voy los tiempos ya pasados
que malgasté en amar cosas del suelo,
en vez de haberme levantado en vuelo
sin dar de mí ejemplos tan menguados.

Tú, que mis males viste porfïados,
invisible e inmortal, Señor del cielo,
Tu ayuda presta al alma y Tu consuelo,
y sana con Tu Gracia mis pecados;

tal que, si viví en tormenta y guerra,
muera en bonanza y paz; si mal la andanza,
bueno sea al menos el dejar la tierra.

Lo poco que de vida ya me alcanza
y el morir con Tu presta mano aferra;
Tú sabes que en Ti sólo hallo esperanza.

  
En cuanto a Lope de Vega, gran parte de los sonetos de Rimas sacras también están escritos en primera persona (yo lírico) y dirigidos a un íntimo e inmediato: Dios, Nuestro Señor.

En el soneto XVIII, “¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?”, el yo lírico se dirige a Jesús, y presenta además un diálogo, íntimo y cotidiano, con su ángel.

Lope de Vega deja atrás la carnalidad de sus obras de juventud y en Rimas sacras da paso a composiciones con altas miras morales y espirituales, que revelan su arrepentimiento y el profundo anhelo de salvar su alma.

En este soneto el yo lírico expresa la incomodidad interior del alma pecadora, al saberse llamada por Dios, una y otra vez, a la conversión inaplazable. Se destaca la amorosa y paciente espera de Cristo, sujeto al agravio de la frialdad del alma del pecador impenitente, que desoye hasta las inspiraciones santas. 

El yo lírico presenta la dureza de su indiferencia como la actitud de quien sabe a Jesús desamparado a la intemperie fría de la noche, sufriendo tras la puerta cerrada; y aunque el alma se excusa una y otra vez, no logra desalentar a Jesús, quien espera una atenta respuesta, apostado a la puerta. La morada a la que Jesucristo desea ingresar es el alma del hombre. La escena figurada recuerda la cita bíblica: “Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno escucha mi voz, yo entraré a él y cenaré con él y él conmigo” (Apocalipsis, 3: 20). 

Al comienzo del soneto, el yo lírico pregunta a Jesús la razón del empeño en procurar su amistad: “¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?”. En el primer verso se explicita esta primera persona empleando el pronombre "yo". La indiferencia del yo lírico contrastará con la amorosa fidelidad de Jesús, hermosura soberana. El alma advierte su pequeñez, frente a la inmensidad de la gracia. 

El yo lírico reconoce haber sido indiferente, incluso a las inspiraciones de su ángel. El ángel lo exhorta a que responda el llamado de Jesús, con lo cual comprobará Su constante amor (“Verás con cuánto amor llamar porfía”). 

 

  • Análisis de los principales recursos de estilo


1. Preguntas retóricas y expresiones admirativas

La primera estrofa presenta preguntas retóricas y las restantes, diversas expresiones de admiración (exclamaciones). Esto contribuye a destacar la afectividad del poema: el yo lírico contrasta el empeño y la paciencia de Jesús en llamar al alma (preguntas retóricas), y la pertinaz indiferencia del alma extraviada (expresiones de admiración), hasta llegar al arrepentimiento. De esta manera se presenta una gradación en el dramatismo expresado en el soneto:


- Referencia a Jesús, enamorado de las almas

- Ingratitud y frialdad del alma impenitente

- Reiterada desestimación de las inspiraciones santas

- Lamento y arrepentimiento por la conversión postergada.


En la primera estrofa los verbos están conjugados en presente, dando a entender que Jesús todavía está a la puerta y llama. En las estrofas restantes los verbos están conjugados en pasado. Se da a entender que el yo lírico, proclive al arrepentimiento pero también al extravío, ha resuelto o está resolviendo dejar entrar al Señor.


2. Anáforas


La reiteración del pronombre interrogativo “qué” destaca las preguntas retóricas del primer cuarteto.


3. Apóstrofe


Mediante esta figura el yo lírico se dirige a un “Tú”, una segunda persona, que es Jesucristo. La primera mención es a Jesús: Jesús mío. Se trata de una referencia casi íntima, en el marco de las interrogaciones. 

La segunda referencia, creciente en solemnidad, es hermosura soberana, e implica un reconocimiento de la Belleza y la Majestad de Dios, en el marco de las expresiones admirativas.  

Jesús mío y hermosura soberana son vocativos. Este diálogo figurado entre el alma y Dios confiere al soneto la forma de una oración. 
 

4. Hipérbatos


- ¿Qué interés se te sigue, Jesús mío, / que a mi puerta, cubierto de rocío, / pasas las noches del invierno oscuras?

En lugar de:

Jesús mío, ¿qué interés se te sigue, que pasas a mi puerta las oscuras noches del invierno cubierto de rocío?


- cuánto fueron mis entrañas duras

En lugar de:

cuán duras fueron mis entrañas


- Qué extraño desvarío / si de mi ingratitud el hielo frío / secó las llagas de tus plantas puras

En lugar de:

Qué extraño desvarío si el hielo frío de mi ingratitud secó las llagas de tus plantas puras.


- Verás con cuánto amor llamar porfía

En lugar de:

Verás con cuánto amor porfía llamar. (Porfiar significa insistir, obstinadamente).


La alteración del orden de los elementos en las frases contribuye a mantener las rimas, pero además destaca aspectos relevantes en el tratamiento del tema:


- Espera paciente de Jesús, sufriendo el frío de la indiferencia (a mi puerta cubierto de rocío / pasas las noches del invierno oscuras).

- Reconocimiento de la dureza de corazón (cuánto fueron mis entrañas duras)

- Reconocimiento del despropósito y locura de la ingratitud del alma (extraño desvarío).

- Insistencia de Jesucristo en llamar al alma (llamar porfía).


Se destaca así la inmensidad de la gracia, reconocida por el pobre pecador.


5. Imágenes sensoriales


- cubierto de rocío. Sinestesia: imagen visual y táctil (cubierto de humedad)


- las noches del invierno oscuras. Sinestesia: imagen visual (oscuridad) y táctil (frío).


- hielo frío (imagen táctil). 

Las imágenes figuran lo que sufre Jesucristo por salvar al pecador.
 

6. Metáforas


El hielo frío es la indiferencia.
Las entrañas duras son el corazón endurecido, indiferente.


7. Paralelismo sintáctico y antítesis conceptual


mis entrañas duras (por el pecado) vs. tus plantas puras (santas).


8. Elipsis


Cuántas veces el ángel me decía vs. cuántas [veces], hermosura soberana


9. Quiasmo


Mañana le abriremos -respondía- / para lo mismo responder mañana”.

~*~


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