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lunes, 7 de julio de 2014

Ceferino Namuncurá, el príncipe de las Pampas 1 / 3


La dinastía de los Curá


Hacia 1830, el Gran Cacique mapuche Calfucurá (“piedra azul”), abuelo de Ceferino Namuncurá, cruzó a las Pampas acatando la convocatoria del gobernador Juan Manuel de Rosas de unírsele como aliado.


Rosas, gran conocedor del mundo indígena, intentó promover una política de pacificación de los aborígenes que comprendía alianzas con sus caciques para posibilitar el avance hacia el sur. Su proyecto contempló la educación en el trabajo y la asistencia sanitaria y humanitaria para los aborígenes, en el marco de un plan para integrarlos plenamente a la nación. Asimismo, Rosas tenía como objetivos extender las fronteras pacificadas, brindar más seguridad a los pobladores de las zonas limítrofes y generar condiciones favorables para el desarrollo económico, especialmente agrícola.


Calfucurá, a quien se le había otorgado el rango de Coronel del Ejército de la Confederación Argentina, asistió a Rosas con guerreros en la batalla de Caseros (1852). Tras la caída del gobierno de Rosas, entre otras penosas consecuencias, fueron abandonadas las políticas de integración de los aborígenes, para dar lugar a disposiciones que propiciaban la exclusión y eliminación del elemento indígena. En consecuencia, recrudecieron los malones y los enfrentamientos.


En 1872, ante el incumplimiento de pactos de paz acordados, Calfucurá declaró formalmente la guerra al masónico gobierno de Domingo Faustino Sarmiento, pero fue derrotado en la batalla de San Carlos. Murió en 1873 y lo sucedió en su campaña y como Gran Cacique en el reino de Salinas Grandes su hijo Manuel Namuncurá, “pie de piedra” (1811 – 1908), quien igual que su antecesor sería conocido como “rey de las Pampas”. Namuncurá se alzó contra Buenos Aires, pero en 1878 fue vencido por Nicolás Levalle, subordinado de Julio Argentino Roca. En 1884 se rindió definitivamente. En Buenos Aires recibió el grado de Coronel de la Nación y se le otorgaron tierras en Chimpay (Río Negro); luego se retiró a las tierras de San Ignacio, en Aluminé (Neuquén).

Durante una misión realizada por los salesianos a la región de Aluminé, siendo un hombre anciano, Namuncurá recibió la Confirmación y la Primera Comunión, y su tribu fue catequizada y bautizada. Monseñor Juan Cagliero refirió que en aquella jornada el cacique, con júbilo, iba diciendo: “yo muy contento, yo vivir cristiano, mi familia también, yo buen argentino, y mi gente queriendo ser cristianos todos; ahora poder morir feliz, morir ahora buen cristiano”. 


Ceferino y Mons. Cagliero

Algunos años antes, el Padre Domingo Milanesio, misionero conocido como “el apóstol de los aborígenes”, había bautizado al hijo del cacique y de Rosario Burgos: Ceferino Namuncurá, nacido en Chimpay el 26 de agosto de 1886. Sobre el bautismo de Ceferino, celebrado en vísperas de Navidad en 1888, señaló Manuel Gálvez: “(…) ese 24 de diciembre será un día glorioso para las pampas, para los indios y para la Patria Argentina. Porque ese día queda marcado como cristiano (…) el más maravilloso y perfecto de los cristianos que ha habido en estas tierras”. En efecto, aquel día signaría el destino de Ceferino, vástago de la aguerrida estirpe de los Curá y príncipe de las Pampas.