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miércoles, 30 de diciembre de 2015

Acá, aquí, ahí, allá y allí


Aquí y allí se utilizan con mayor frecuencia en España, frente a las formas acá y allá, de uso más extendido en el resto de Hispanoamérica, especialmente en la variedad rioplatense. En español también usamos la forma ahí. ¿Qué diferencias de significado presentan estos adverbios de lugar?



1. Significado, considerando la distancia respecto del hablante


  • Acá y aquí se refieren a un lugar próximo al hablante [- distancia].


- ¿Juan? Vive acá cerca, en el centro.

- Aquí está tu abrigo.

- Venga por aquí.



  • Allá y allí, en cambio, se refieren a un lugar situado lejos del hablante [+ distancia].


- Allá en Berna siempre nevaba en diciembre.

- ¡Allá vamos!

- Allí pueden comprar antigüedades.


  • Ahí se ubica a una distancia intermedia, un punto más bien cercano al interlocutor [+ / - distancia].


- ¿Quién anda ahí?

- Hola, ¡hola! ¿estás ahí? (al teléfono)


  • Existe, de hecho, una correspondencia entre adverbios de lugar y pronombres demostrativos.


Distancia respecto del hablante
Adverbios de lugar
*Pronombres demostrativos

[- distancia]

aquí, acá

este, esta, estos, estas;
esto (neutro)

[+ / - distancia]

ahí

ese, esa, esos, esas;
eso (neutro)

[+ distancia]

allí, allá
aquel, aquella, aquellos, aquellas;
aquello (n.)

* Este, esta, estos, estas; ese, esa, esos, esas; aquel, aquella, 
aquellos y aquellas funcionan como adjetivos cuando modifican
a un sustantivo. Ejs: Este teléfono es mío (este = adjetivo);
Este es mío (este = pronombre).

 
2. Significado, considerando si la referencia de lugar es puntual y determinada, o más amplia


  • Los adverbios aquí y allí denotan un lugar más preciso que acá y allá.


Aquí y allí [+ preciso / + puntual / + circunscrito]

- Firme aquí, por favor.

- ¡Allí está!, esperando en la esquina.


Acá y allá [- preciso / - puntual / - circunscrito]

- No sé dónde están mis llaves; las perdí por acá.
 
- Allá en el hemisferio norte en diciembre es
 invierno.





aquí, allí


ahí

acá, allá
Referencia

precisa,

puntual,

circunscrita

[ + ]*



[ + ]**


[ - ]

* La preposición "por" da un sentido más aproximado y menos preciso a la referencia de "aquí" / "allí" (Recién lo vi por aquí / por allí).

** La expresión "por ahí" puede significar a) lugar aproximado, a media distancia (Mi teléfono tiene que estar por ahí); b) duda o falta de certeza (Por ahí [tal vez, quizás] voy a la fiesta).


Generalmente se emplean las formas por acá y por allá para hacer referencia a lugares no puntuales.


- Por acá no llueve hace un mes (en esta región).

- ¿Cómo están las cosas por allá? (en tu país).


  • Por ser menos específicos, acá y allá admiten grados, y pueden usarse con los adverbios más o tan.


- Mové la mesa un poco más acá (más cerca de mí).

- Más allá de aquellos árboles hay casas.

- No se vayan tan allá, porque no los veo.



3. Otras consideraciones relacionadas con el uso de los adverbios acá, aquí, ahí, allá y allí


  • Pueden combinarse con determinadas preposiciones para indicar dirección o especificar ubicación:


- Va de acá para allá (está perdido, sin rumbo fijo).

- De aquí hasta la calle hay diez metros.

- Fueron hacia allí buscando trabajo.

- ¿El teléfono? Debe estar por ahí.

- ¿Desde ahí podés ver el nombre de la calle?


---> Atención: Con la idea de destino, se usan sin la preposición a:

Tenemos que ir allí.

* Tenemos que ir a allí.


  • Acá, aquí, ahí, allá y allí pueden tener valor temporal.


- De entonces acá, no volvió a inundarse la ciudad (acá = tiempo actual).

- De aquí a una semana espero su respuesta (aquí = este momento, ahora).

- De ahí en adelante, fueron inseparables (ahí = ese momento, puntual).

- Allá en el siglo XVII, los libros eran muy caros (allá = hace mucho tiempo).

- De allí en más, no supe nada más de él (allí = aquel momento, puntual).


  • En España predomina el uso de las formas aquí (frente a acá) y allí (frente a allá). 

 

  • En cambio, en el resto de Hispanoamérica, y particularmente en la variedad rioplatense, se utilizan más acá y allá, frente a aquí y allí.

  • El español cuenta con cultismos, en desuso, que también introducen referencias de lugar:

- Acullá (adverbio). Denota lejanía, y su significado supera a los adverbios allí o allá. Había una mesita aquí, un sillón allá, sillas acullá

- Allende (adverbio). Significa "más allá de" o "al otro lado". Vive allende las montañas.

- Aquende (adverbio). Significa "más acá de" o "de este lado". Aquende los pobladores participan de los festejos.


sábado, 9 de mayo de 2015

Las virtudes

Leonardo Castellani
Publicado en Camperas: Bichos y personas (1931)



Dice Lessing, autor alemán, que con algunas virtudes que nos son fáciles o connaturales andamos nosotros muy orondos, creyéndonos santos y queriéndolas imponer a todos. Esto pasa a veces también en la Argentina, lo mismo que en Alemania, como se vio en una asamblea de animales que se reunió una vez en Santa Fe para hacer una constitución. Todos acordaron que el mundo se debía arreglar; pero no se ponían de acuerdo sobre el modo de arreglarlo. Era más o menos como en el Parlamento.

-La virtud que falta en el mundo -dijo el Puma- es la nobleza de espíritu. ¡Oh, cuán miserables, cuán ruines sois todos vosotros, hermanos míos, y cuántos males nacen de vuestra propia pequeñez!

-Yo, con permiso de vuestra merced, mi patrón -dijo el Zorro retirándose un poco-, si me preguntasen algo diría que prudencia, prudencia, prudencia. Sin la prudencia, que es como la sal, la mejor virtud se convierte en vicio. Por lo tanto, mucho ojo y mucha oreja, que el mundo es un cazadero; pensar bien las cosas; desconfiar de todos y, cuando se ha resuelto algo, a la obra cuanto antes.

-La justicia -dijo el Perro-. Dar a cada cual lo suyo, caricias al dueño, ladridos al extraño, toreos al ladrón, mordiscos al amigo que viene a quitarnos la comida. La justicia es la madre de la fidelidad, y las dos son el fundamento de la amistad que es el encanto de la vida.

-Fortaleza en llevar las cargas del deber, en amoldarse a cualquier vida y a cualquier clima, hasta morir en un campo de batalla sin saber por qué ni por qué no, ese es mi ideal y, convénzanse, sin eso no haremos nada -opinó el Caballo.

-La templanza -dijo el Ñandu- es el sine qua non de la felicidad. Un estómago -porque nosotros no somos más que un tubo digestivo con patas-, un estómago que traga lo que se le pone por delante, más que sean clavos o piedras, en cualquier parte estará contento y estará ligero para disparar como refucilo y gambetear los balazos de la vida.

-La soledad y el silencio -sentenció la Lechuza misántropa-. ¡Cuán sublime es la vida del eremita que metido en su cueva de tierra medita todo el día, y sale solo en el silencio de la noche a robar su humilde sustento, sin dejar por eso de acordarse de la muerte y recordársela a todos con su lúgubre chillido!

-Pido la palabra -metió el pico la Golondrina parlanchina; y sin esperar que se la dieran: actividad, sociabilidad y cultura -dijo volublemente-. He aquí lo que nos falta, señores. La vida es movimiento. Yo que he viajado bastante, sin alabarme, y conozco todas las costumbres de los pueblos y no ceso en todo el día de especular y examinar por todos los contornos todas las cosas que existen desde el lago azul hasta la nube excelsa, yo que...

-Una palabra -suplicó la Calandria modestamente-. Sin repugnar a lo que dice la estimada colega, ¿adónde dejamos la virtud de la contemplación? ¿La contemplación que nos sublima, nos embriaga, nos estremece en estertores extáticos? ¿La contemplación que nos levanta hasta el cielo y nos deshace en trinos calenturientos?

-¡Chifladuras! -zumbó una Abeja-. Trabajo es lo que nos hace falta. Trabajo manual, activo, sin descanso, interminable...

-¡Ahorro! -pitó una Hormiga-. Libreta de ahorro postal. Acostumbrarse desde chico. El Gobierno cuida la plata.
 
-Lo mejor es el abandono en manos de la Providencia -rezongó el Perezoso-. ¿Llueve? Que llueva. ¿Truena? Mejor. ¿Se hunde el mundo? Entonces lo mejor es que nos agarre durmiendo. Impavidum ferient ruinae!

-El perro vicio que nos repudre a todos es la envidia -graznó el Carancho, que es muy boca sucia-. Si yo estoy en una carroña, ¿por qué m... motivo han de venirse en bandadas a zamparse lo que es mío? El mundo es para gozar y uno debe divertirse mientras es joven; eso sí, con prudencia, que la carne demasiado podrida hace daño a la salud, unos cólicos espantosos. Nadie debe meterse con nadie, sino dejarlo gozar en paz lo que cada uno ha conquistado: eso es vida. Si a mí me dejaran, un día solamente, atracarme hasta aquí de carne pasada, un día no más, yo sería feliz y reventaría contento. Pero nunca me dejan. ¡Envidiosos!

-La salud intelectual, moral y sobre todo física, que es el fundamento de las otras dos -gruñó pausadamente el Chancho-, son la fuente del bienestar individual y social. Y para eso, comer bien. El que come bien, digiere bien. El que digiere bien, está alegre. El que está alegre, no busca camorra. El que no busca camorra, se ahorra disgustos. Y el que no tiene disgustos... digiere bien.

Dijo, y cansado de su silogismo se tiró de panza al suelo con las patas extendidas delante y atrás y cerró de nuevo los ojos.

En fin, que allí hasta la Víbora salió recomendando la cautela, y la Comadreja ladrona el cuidado de la propia familia. El apocado Chingolo dijo que la humildad, la Oveja que la mansedumbre, el Gato onza que la limpieza. Estaba allí el Sapo overo, y el presidente, para cerrar el debate, como suelen cerrarse los debates de esta laya, le preguntó:

-¿Y vos qué virtud preferís?

-Yo no sé. Yo no creo poseer ninguna.

Entonces el Tero -juicioso, franco, buen amigo, no de balde es criollo-, conmovido por la modestia del Sapo, tomó la palabra y dijo:

-Señores, el único verdaderamente virtuoso de todos nosotros es mi compadre el Sapo. Sí, mis amigos, y no rezuenguen que es al ñudo, porque yo no tengo pelos en la lengua y soy libre como el aire, y yo con libertad no ofendo ni temo -no hay que olvidar que el Tero es uruguayo-. El sapo soporta con paciencia la fealdad y la abyección que le dio el cielo; él es inerme, limpio, comedido, amigo de los pobres; él no se mete con nadie; él agradece a Dios con su pobre cantito sin gracia la lluvia que le manda; él limpia los jardines de alimañas y recibe en pago cascotazos de los chicos y patadas de los grandes; él no ceja por eso de hacerles bien en silencio, hasta que lo matan cruelmente un día sin razón alguna. ¿No es cierto eso, mi amigo, mi compañero, mi feo, mi despreciado, que me has salvado muchas veces mis huevos desinteresadamente? ¡Señores, la única virtud grande es la virtud que cuesta y que, además, se ignora! ¡Y dejémonos, desde hoy, de canonizar nuestras propias inclinaciones, aunque sean buenas, y querer forzar a todos a caminar por nuestro camino! 


domingo, 26 de abril de 2015

La liebre en el lino

Leonardo Castellani
Publicado en Camperas: Bichos y personas (1931)


-Un linar siempre es peligroso para una liebre -dijo la Liebre Vieja-, y no asistiendo necesidad alguna, yo no veo...

-El linar -dijo la Liebre Joven, que era muy romántica- parece un lago celeste de tan tupido, igual y parejo que está, y de tan cuajado de florecitas, que parecen haberse abierto todas de un golpe esta mañana a un mandato de la brisa que las ondula. Me voy.


-Pero, ¿por qué razón?

-Por mi realísima gana.

Las Liebres, como todos los débiles, tienen el prurito de mostrarse enérgicas, y son caprichosas y tercas, creyendo desplegar así una singular fuerza de carácter. No hay más que verlas a escondidas una noche de luna cuando salen a triscar*, los correteos absurdos que dan, los brincos inverosímiles, las piruetas, aquel correr sin orden, amontonarse aquí y desbandarse al momento, mordisquear una matita de trébol y dejarla, aquel no hacer nada desplegando una actividad que marea. Pero no obstante, cuando el peligro asoma, aquel puñado de histéricas se recobra instantáneamente de su borrachera. Los remos de acero recuperan su elasticidad prodigiosa y devoran campo casi sin tocarlo; la vista se aclara, el oído se afina, y todas las fuerzas vitales convergen como resortes para la huida vertiginosa.


Pero en un linar no es lo mismo. Cuando la Liebre Joven sintió el ladrido de los dos perros se puso fría. Disparar** fuerte una liebre por un linar es como pedirle a un caballo que dispare por un cañaveral, según son rígidos, duros y espesos los tallos. No le quedó más remedio que recurrir a los brincos altos, cosa cansadora para sus patas, mientras que los perros, que eran de más alzada, avanzaban abriendo dos surcos en el lago verde, más por jugar que por otra cosa, pues no esperaban alcanzarla. Y van y van, la Liebre Joven ganando tierra a brincos desesperados, lo que la hacía muy visible -¡no tener yo la escopeta ahora!- y mis dos perros ladrando alegremente. Y he aquí que Cayuso tuerce bruscamente para cortarle la salida del linar. Y la doña torciendo continuamente la cabeza para esquivar al perseguidor y alargando desesperada sus saltos de langosta. ¡Bravo, Cayuso, pero no la alcanzarás! ¡Ya va a salir! ¡Pumba, tomá, el alambre!

La Liebre Joven, por mirar hacia atrás y hacia los lados, se topó con el alambre de púa y se degolló en seco.

-¡Cuatro ojos que tuviéramos en vez de dos, con los peligros que hay en esta vida, todavía serían pocos! -dijo la Liebre Vieja a sus hijas al terminar de contarles el suceso que ella presenció horrorizada desde su cama, hecha un ovillo, en tensión formidable todos sus músculos y sus nervios, para arrojarla si la descubrían, como una flecha, en un salto desesperado...
 
  -¡Cuatro ojos no bastarían! Pero ya que no tenemos más que dos, ¿por qué nos hemos de meter, canejo***, sin necesidad, adentro de un linar? Tratándose de la vida, hijas, todo cuidado es poco.

¿Qué no hubiera dicho la Liebre Vieja si se hubiese tratado de la Vida Eterna?



* Triscar. Retozar, juguetear.
** Disparar. Escapar, huir, correr (Río de la Plata).
*** Canejo. Interjección gauchesca: ¡caramba! Expresa asombro, admiración o susto.

sábado, 25 de abril de 2015

El sol artificial

Leonardo Castellani*
 

Las abejas se recogen todas a su casa de noche, lo mismo que los muchachos de veinte años. Pero hubo una vez una Colmena colocada junto a un foco eléctrico potentísimo y sucedió que las pobres abejas aquellas, pensando engañadas que era de día, trabajaban furiosamente de noche en las flores que entraban en el radio de aquel sol artificial. Así es que sus panales fueron al poco tiempo dobles que los demás.
 
-¿Pero se morirían todas de surmenage, eh?
-Eso mismo. No se de qué, fuese peste o fuese cansancio, lo cierto es que la colmena se me arruinó en pocos meses, y las que quedaron se mandaron a mudar a otro lado.
-¿Pero es verdad o es fábula?
-Eso nos enseña que habiendo venido todo bicho viviente a este mundo para trabajar debe hacerlo a la luz del sol, que es el Último Fin.
-Hay algunos que nunca han conocido su Último Fin o no quieren conocerlo, y sin embargo trabajan mucho y bien.
-Esos se fabrican con la luz de las cosas terrenas un sol de la tierra, un sol artificial, porque sin su luz no se puede trabajar. Pero habiéndose apartado del orden esencial van inevitablemente a la ruina.
-Y eso ¿como se prueba?
-A priori, eso tiene que ser así. A posteriori, a veces es un poco más dificil probarlo. Nuestros ojos son miopes. El Voltaire que nos retrata Sainte-Beuve parece haber alcanzado en la tierra la paz que la Escritura niega a los impíos. Sin embargo eso quisiera yo verlo de cerca. Me parece imposible que todo marche normal y no haya algo roto en una vida que se ha cimentado fuera de la Piedra que es Cristo, y bajo el sol caduco de las esperanzas terrenas.
 

 *Publicado en Camperas: Bichos y personas (1931)

 
El Angelus, Jean-François Millet (1857-1859)


viernes, 24 de abril de 2015

Estar contento

Leonardo Castellani
(argentino, 1899 - 1981)


Pintura de Rodolfo Ramos


¡Oh, laguna Pipo, si volviera yo a verte una vez más, y pudiese besar tus orillas, mis canas se irían todas de mi cabeza y volverían a cantar en mi corazón los jilgueros de mi infancia! 
Totoras

¡Si te viese de nuevo como aquella mañana
en que el sol saliente inflamaba tus inmensos aguazales azules sembrados de totoras y casi materialmente cubiertos por alfombras overas de innumerables aves acuáticas, flamencos rosas, patos blancos, caraús negros, chorlitos, biguás, gallaretas, quillas, tuyuyúes, tuyangos, siriríes, chajáes, teros y garzas que pescaban con inmensa algarabía

Yo estaba contento y escuchaba al borde del agua las cosas que me decían todas las cosas...


-Quisiera poder caminar por la tierra -oí decir a una Mojarra-, entonces sí que estaría contenta.
-¡Si yo pudiese volar! -silbó la Iguana

Iguana

-Nadar por el agua debe ser la gran felicidad -dijo un Tero desembarrando elegantemente sus patas.
-Tonterías -dijo un Pato bachiller-. Yo camino, yo nado y yo vuelo y sin embargo estoy profundamente descontento. Camino mal, chueco y desgraciado, y se ríen todos de mí; nado mal, y no puedo alcanzar a la Mojarra y tengo que comer gusarapos; vuelo mal y me alcanza en mi vuelo la escopeta. Mejor es saber una cosa bien que muchas mal. La felicidad consiste, a mi parecer, en tener todas las habilidades de todos los animales sin ninguno de sus defectos.
-Jay -dijo el Surubí asomando el hocico-, échele un galgo. La felicidad en esta tierra consiste en estar contento.
-¿Cómo se hace para estar contento con tantas penalidades?
-Para estar contento hay que estar contenido. En latín contento significa contenido. Hay que contenerse con gran fuerza dentro de los límites del charco en que Dios nos puso. La mitad de mis paisanos pasan una vida perra por andar buscando el mar cuando Dios los puso en la laguna. Hay que saber caber en su molde y apretarse adentro de la propia horma, y hacer el gusto a lo poco, mis hijos.
-Esas son teorías -dijo el Sirirí.
Pato sirirí

-¿Teorías? -replicó el Surubí muy enojado, asomando la aleta pinchuda y el lomo overo-. ¡Teorías son las de ustedes! Yo he sufrido mucho; y cuando uno sufre, sólo la verdad ayuda, y las teorías se apagan. Yo no he nacido en este barrizal, sino allá en el río Amores, que es un paraíso. Un día, una inundación me trajo aquí y yo que era joven y desprevenido no noté cuando el canal se secaba; y se secó y me cortó y me dejó en la laguna. Yo no soy pescado de barrial y pensé al principio morirme de dolor en esta pobreza. Lloré, grité, maldije, salté afuera a la playa, con peligro de ahogarme, y me golpeé la cabeza contra todas las totoras y los duraznillos. Un día entendí que recalcitrar era al ñudo y resolví explorar en todos los sentidos las posibilidades de la pobreza en que Dios sin remedio me había encerrado, hasta tocar el límite de arriba y el de abajo y los límites de todo el circuito horizontal. Viajé y trabajé y el trabajo me templó. Vi que no era tan pequeño el charco como mi dolor lo había exagerado y que para los años de vida que me quedan, al fin y al cabo, iba a durar sin secarse.
Surubí
 ¿Ustedes creen que alguna vez no se acongoja mi corazón queriendo locamente volar por los aires hasta mi río natal espléndido que él siente murmurar dulcemente atrás de aquellos pajonales? Pero yo le aprieto fuertemente por medio de la resignación. Y lo hago estar contento y contenido en este charco, con el trabajo, con hacer bien a todos, con los escasos placeres de este barrizal... 
y con la esperanza de... ¿quién sabe? ¿Por qué no puede venir un día otra inundación que me abra el camino del río inmortal para siempre?
  
Crecida en el Arroyo (río) Amores (Santa Fe)
Si yo me muero antes, me basta con esta vida a la que me he acostumbrado; pero, ¿quién me quita a mí la esperanza de la otra?


El Surubí se estaba metiendo en muchas filosofías y a mí la humedad de la tierra en que estaba tumbado escuchando me estaba haciendo mal. Me levanté, le tiré un cascotazo al pato sirirí y todos los acuátiles se zambulleron y toda la bandada se levantó de un golpe, sacudiendo el ambiente purísimo con el aletear repentino y unánime de sus rémiges poderosas.






Pintura de Raúl Uribe González


Fábula publicada en Camperas: Bichos y personas (1931).

Una lectura de Camperas, del Padre Castellani. Por Bernardino Montejano. 


domingo, 5 de abril de 2015

Con razôn nas creaturas


Cantiga de Santa María 342 (aparición milagrosa de un ícono de piedra)

Manuel I Comneno, emperador de Constantinopla entre 1143 y 1180, mandó construir un templo con piedra de mármol. Al serrar la piedra apareció en las vetas la imagen de Santa María con el Niño, y lo pusieron en la puerta.





Cómo Santa María hizo aparecer su imagen entre unas piedras de mármol que aserraban en Constantinopla.

"Con razón puede mostrar Dios su figura o la de su Madre en la naturaleza pues Él las quiso configurar."
 
Pues Dios en crear las cosas tal como ahora son o de otras muchas otras formas no tuvo, ni tiene que hacer esfuerzo alguno, ni aún en configurarlas se preocupa en exceso, pues el mismo poder tiene en el comienzo que en el final.

Por tanto, si en las piedras hace aparecer figuras, no lo debe tener nadie por raro, ni aun en las propias hierbas pues si para sí las hace nacer y les proporciona muchos colores no es por otra cosa que para que nos parezcan bien.

Por eso en Constantinopla sucedió, como supe, que Don Manuel, el Buen Emperador, mandó hacer una muy noble iglesia; y, como me contaron, ordenó traer de muy lejos mármoles para serrarlos por medio

y así hacer tablones grandes para ponerlos como zócalo del altar de la Virgen Santa, Madre de nuestro Señor. Y cuando estaban serrando vieron, en su interior, de colores allí pintada su imagen, bien como se la hubiese querido pintar Dios, 

[......]

teniendo a su Hijo en brazos, el que tomó carne de ella.
Una vez que supo el Emperador esto, cabalgó hasta el lugar, y una vez que vio la imagen, de inmediato adoró y la hizo poner en la puerta por donde debían entrar.

Y allí se encuentra hoy día, para devoción de todos.
E hizo esto a la Santa Virgen por la razón de que puede así ablandar con su gracia el corazón del malvado, como pudo moldear la piedra a pesar de ser muy dura.



SALVS MVNDI


sábado, 14 de marzo de 2015

Otoño

por Leonardo Castellani


 
_ Pobre hoja seca ¿dónde vas en vuelo
de mariposa enferma y desvaída
entre la niebla y luz descolorida
del sol de otoño y desteñido cielo?

¿Dónde vas, hoja frágil, no nacida
ni para el alto azul ni el bajo suelo
ni para demasiada dicha o duelo,
hoja que va como se va mi vida?

_ ¿Yo qué sé? De la flor vuelo a la fosa
del suelo al astro al lodo o al vergel
presa de un aspirar que no reposa
donde va toda cosa
en ignoto tropel ...

Voy donde va la hoja de la rosa
voy donde va la hoja del laurel...

Manresa, 29 de noviembre de 1948 




viernes, 6 de marzo de 2015

Una pesadilla

Gilbert Keith Chesterton (1907)

              Gilbert Keith Chesterton (Londres, 1874 - Beaconsfield, 1936)

A la media luz del coche de ferrocarril, un señor me había estado hablando acerca de la debilidad estructural de la Catedral de San Pablo. Se expresaba con un espíritu audaz, fresco y científico, y supongo que me quedé dormido. De cualquier manera, cuando me desperté en la estación de Blackfriars y me encontré solo, sentí un frío inusual. La estación estaba más oscura que de costumbre. Descendí a la penumbrosa plataforma, sin embargo, y la crucé rápidamente, con una rapidez rutinaria. Me dirigí a la salida donde estaba quien controlaba los pasajes; sin embargo, no vestía el uniforme. Por alguna razón (posiblemente el frío, que ya he señalado) estaba abrigado de la cabeza a los pies con una capa y una capucha, como las que usaban en siglos pasados esos frailes que le dieron el nombre a la estación (los Frailes Negros). En lugar de recibir mi pasaje, solo me dijo: “No vaya al piso de arriba”.

Lo observé con callada extrañeza y luego miré con ciertas dudas a mi alrededor. Me parecía que otras figuras monásticas se habían reunido en las sombras y que el lugar era como un monasterio, con todas las luces apagadas.

_ No vaya al piso de arriba -dijo el hombre de la capucha-. No le va a gustar lo que se está haciendo allí. Para un hombre como usted es mejor quedarse con nosotros.
_ ¿Me está usted sencillamente proponiendo -le pregunté- que me quede en este subterráneo para siempre?
_ Sí, en este subterráneo -respondió-. Nosotros, los de la Iglesia Antigua, permanecimos en el subterráneo, en las catacumbas. Lo que se hizo a la luz del día no es algo bueno para que lo vea una persona.
_ ¿Qué diablos es eso? -pregunté-. ¿Es una masacre?
_ ¡Hubiera querido Dios -contestó- que solo hubiese sido eso!
_ ¡Voy a subir! -grité-. ¡Por lo menos hay aire libre!
_ Piénselo bien -me contestó con curiosa calma-. Nos protegemos con muros. Nos cubrimos con arpillera. La risa y la ligereza están por dentro. Los nuevos filósofos se visten con elegancia y la desesperación está en sus corazones.
_ ¡Voy a subir! -grité, y me abrí paso y corrí hacia arriba.

Hice eso con una pasión y una expectativa tan grandes que di por supuesto que me encontraría con una enorme orgía, obvia y obscena a la luz del día. Fue como un primer choque contra agua fría, cuando me vi en una calle completamente desierta, casi blanca a la luz de la luna.

Caminé a grandes pasos por la calle, doblé dos esquinas, y me detuve frente a la Catedral de San Pablo. Se levantaba fría y colosal en la noche vacía, como un templo perdido en un planeta desierto. Recién cuando empecé a mirar con cierto detenimiento, vi la tonta figura de un joven, sentado a horcajadas sobre los escalones superiores, como si fuera el dueño de la catedral.

En el momento en que comencé a subir los escalones, me saludó enérgicamente gritando:

_ ¿Tiene usted un nuevo diseño?

Cuando me detuve de golpe, irresoluto como un conejo fuera de su madriguera, tres hombres pálidos entre los pilares me estaban observando.

El joven bajó algunos escalones y advertí entonces que tenía el cabello de color castaño rojizo y una sonrisa insolente. Su cara era más blanca que la de un cadáver.

_ Hemos limpiado las calles de Londres -explicó- de todos aquellos que no tienen un diseño. Estos tres caballeros tienen diseños nuevos. Aquel... -añadió, bajando la voz y señalando un hombre calvo y con grandes orejas- aquel es el mismo Pyffer.
_ ¿Quién es Pyffer? -pregunté, mientras contemplaba a ese hombre, cuyas horribles orejas parecían crecer más y más.
_ Usted, seguramente conoce al gran pesimista -dijo con ansiedad-, pero usted no puede hablarle. Él nunca habla. A veces parece empezar a hablar, pero siempre termina en un bostezo. Sin embargo, ¡cuán bien ese bostezo parece expresar su terrible credo!

Yo había ya alcanzado el escalón más alto, y ahora veía a los otros dos hombres con más claridad. Uno era un alemán rubio, con ojos acuosos y firmes bigotes. El otro era un hombre mayor con patillas negras y anteojos verdes. Estaba en la mitad de un discurso cuando me llegué hasta él.

_ Es simplemente -decía- un asunto científico... un asunto para expertos. ¿Qué puede ser más absurdo que esta construcción actual?

En este punto el joven pálido (que parecía ser una especie de animador) me susurró al oído: “El Dr. Blood. Él transformó el comportamiento en una ciencia”.

El Dr. Blood continuó:

_ ¿Qué puede ser más absurdo, arquitectónicamente, que un objeto solo en la cima de una catedral? Quiero decir, ese objeto con los brazos extendidos. ¿Se puede pensar en un objeto con los brazos extendidos y esperar que se mantenga erguido? La esfera, además, es obviamente inestable. La cúpula es curva. Yo estoy contra las curvas.

Hizo una pausa por un instante. El Profesor Pyffer abrió su boca como para hablar. Luego la abrió como para gritar. Luego la cerró en silencio. Solo había bostezado.

_ En ese bostezo -musitó el joven dirigiéndose a mí- se ha tragado todas las estrellas.

Contesté que ellos no parecían estar de acuerdo con él. Pero el Dr. Blood continuaba:

_ El asunto, obviamente, es para un experto. El objeto en la cima debería ser un pequeño cubo de piedra. La esfera debería ser otro cubo de piedra un poco más grande. La cúpula debería estar representada por un cubo más grande aún. Y así adelante. Si estuviera construida de esa manera, no se caería nunca.
_ ¿Se le ha ocurrido alguna vez -pregunté- que si estuviera construida de esa manera nosotros querríamos que se cayera?
_ El extraño tiene razón -interrumpió el hombre rubio de ojos acuosos-. ¡Siempre debería estar hacia arriba! ¡Desde el hombre hasta el superhombre! ¡Desde la estructura hasta la superestructura!... Le voy a decir cuál es la falla de su arquitectura. ¡No está basada en la energía de la naturaleza! Sus iglesias son más grandes en la base y más pequeñas en la cima. Todos los árboles hjos de buenas madres sn más pequeños en la base y más grandes arriba. Así debería ser esta catedral. En el primer piso, dos cúpulas. En el segundo piso, tres cúpulas. En el tercer piso... y así adelante. Siempre echando ramas, siempre creciendo, cada piso más grande que el anterior, hasta que por fin...

Alzó sus brazos en un éxtasis rígido. La voz le faltó, pero sus brazos permanecieron verticales. Todos murmuramos: “Exactamente así”.

Luego el Dr. Blood dijo con una voz curiosa y calma:

_ Confíen en el experto. Pondré este lugar en condiciones correctas en dos minutos.

Caminó hacia el interior con grandes pasos y luego oímos tres golpes. Enseguida esta cúpula que llenaba el cielo se sacudió como en un terremoto y se inclinó hacia un lado. Nada podía expresar la enorme sinrazón de esa escena familiar que de repente se había desarreglado.

Me desperté para oír la voz ronca del hombre que bostezaba, hablando a mi oído por primera y última vez.

_ ¿Ve usted -murmuró- que el cielo está torcido?

G. K. Chesterton, “Una pesadilla” (1907). En: La tierra de los colores, Buenos Aires, Vórtice, 2007.


Catedral de San Pablo, Londres. Iglesia anglicana.

Catedral de San Pablo. Proyecto desarrollado por el arquitecto
Christopher Wren (masón).
Antigua Catedral de San Pablo, medieval.
Antigua Catedral de San Pablo en llamas.





G. K. Chesterton: “¿Por qué creo en el Cristianismo”? (crítica a la idea de superhombre de Nietzsche).
 
G. K. Chesterton, “Por qué me convertí al catolicismo” - I
 
G. K. Chesterton, “Por qué me convertí al catolicismo” - II (completo)




Diseño de la nueva Catedral de San Pablo (anglicana); galería de imágenes.

Catedral de San Pablo (anglicana). Breve descripción del proyecto.

Historia de la Catedral de San Pablo 




Persecución a católicos: mártires de Inglaterra - I

Persecución a católicos: mártires de Inglaterra - II 


Blackfriars (frailes negros, dominicos con capa negra) en Londres: 1278 - 1538. Memorial (placa recordatoria).


Ubicación de la Estación Blackfriers y de la Catedral de San Pablo (Londres)